La barrica fue inventada por los celtas y adoptada por los romanos,
como lo certifican los bajorrelieves de escenas de sirga, donde los
barriles son bien visibles sobre las embarcaciones, datados en el siglo
I a. C. Durante más de 2.000 años, los barriles sirvieron de envase a
distintos productos, tanto líquidos (vino, cerveza, sidra, agua), como
sólidos (grano, salazones e incluso clavos).
Los maestros toneleros empezaron a agruparse en gremios en el siglo
IX. En el siglo XIII, entregaron sus estatutos para aprobación al mismo
tiempo que otros 121 cuerpos de oficios. En 1444, Carlos VII de
Francia confirmó los estatutos de los toneleros o barilliers. Desde
entonces a los toneleros se les concede el privilegio de descargadores
de vino, siendo los únicos que tienen derecho a descargar el vino que
llega por barco.
En la Edad Media los reyes tenían sus propios toneleros, encargados de
mantener los barriles. Hacían también la función de escanciadores
(función históricamente probada del reino de Carlomagno al de San
Luis).
Debido a la aparición de recipientes de plástico, acero y cartón corrugado, la demanda de toneles y demás productos
del tonelero ha caído drásticamente desde el siglo XX, haciendo que el oficio sobreviva sólo en relación a la
vitivinicultura, donde se necesitan barriles (normalmente de madera de roble) de gran calidad para el envejecimiento
de vino y licores.
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